Según investigaciones el decano del folklore margariteño, Chelias Villarroel, mucho antes que el galerón margariteño, los pescadores en sus faenas y los labriegos o conuqueros cantaban trobos y versos de cadencias diferentes, entre ellos uno de difícil interpretación, y por ello los músicos de esa época sólo lo punteaban para acompañarlo, de ese punteo de los instrumentos surgió el término “Punto”.
Los pescadores lo llamaron Punto del Navegante o Punto Marinero y los campesinos labriegos lo llamaron “Punto y Llanto”, por su triste y lenta cadencia que remata la armonía andaluza, pero que en resumen no es otro que el “Punto Margariteño” cuya versificación se sustenta en una redondilla de cuatro versos de arte menor (décima espinela), y el verso final de cada décima concuerda con cada verso de la redondilla, es decir, el último verso de la décima primera debe rimar con el primer verso de la redondilla y así sucesivamente.
El cantautor margariteño Ibrahim Bracho, ha echo una importante labor en la creación y difusión de este hermoso género, que estaba casi a punto de extinción y, en esta ocasión nos presenta un “Punto y Llanto” de la misma forma cómo se acompañaba en esos tiempos, es decir con la bandola acompañado por el maestro “Beto” Valderrama Patiño titulado “Tierracanto”. Fuente: Otilca Radio
