La iglesia del Cristo del Buen viaje se encuentra ubicada en el casco histórico de la ciudad de Pampatar, específicamente al frente del Castillo San Carlos de Borromeo, municipio Maneiro de la Isla de Margarita.
Representa uno de los santuarios más hermosos y mayormente concurrido por la población neoespartana, así como el preferido por los visitantes debido a su excelente ubicación e historia.
Sus muros están llenos de fe, devoción y relatos de los milagros concebidos por el Cristo del Buen Viaje.
La imagen del Cristo es venerada primordialmente por los pescadores, que cada día a su salida en la búsqueda del sustento diario se encomiendan a él. Además representa una de las leyendas más antiguas contadas por los margariteños y que actualmente se mantiene viva, trascendiendo de generación a generación.
La historia cuenta que hace muchos años el bergantin “Santa Lucia” era una embarcación proveniente de España que se dirigía hacia Santo Domingo. Los tripulantes extenuados de la travesía decidieron realizar una parada en el puerto de Pampatar.
Luego de realizar un pequeño descanso y con suficiente abastecimiento para emprender nuevamente el viaje, algo asombroso sucedió.
El cielo y el mar que anteriormente se habían mostrado resplandeciente, con un azul intenso, acompañado de una brisa suave, dispuesto para zarpar, se tornó de pronto con un color gris, una feroz tormenta se desató haciendo imposible para los navegantes marcharse. Situación que ocurrió todas las veces que intentaron partir.
Finalmente ya sin esperanzas de llegar a su destino la tripulación con poca comida comienza a revisar el inventario de los objetos que transportaba con el fin de intercambiar por provisiones, es así como encuentran en una caja la imagen del Cristo con una expresión de tristeza en su rostro. Este hecho los conmociona y deciden llevarlo a tierra a la iglesia de la ciudad, la cuál fue construida bajo la dirección del Jefe Don Antonio de la Espada en 1748.
Está acción fue descrita como una epifanía del señor debido a que inmediatamente que el Cristo fue resguardado, el clima mejoro y el mar volvió a la calma, permitiéndole a los visitantes continuar a su destino.
Dicha iglesia es bautizada a partir de esta fecha como el Cristo del Buen Viaje. Pero diez años más tarde en 1758 fue elevada a Parroquia y el 8 de agosto de 2002 fue declarada Santuario del Cristo del Buen Viaje, por el Monseñor Rafael Conde, Obispo de Margarita.
En el interior el templo a parte de la imagen del cristo se encuentra además un hermoso óleo que data del siglo XVIII, “El Juicio Final” y la obra “Animas”de Juan Pedro González.
Todos los 3 de mayo de cada año miles de devotos se reúnen en la población de Pampatar para festejar sus festividades. La imagen del santo es adornada con flores que son llevadas por los feligreses y sale en procesión recorriendo las principales calles de la bahía acompañado por música y fuegos artificiales.
Oración al Cristo del Buen Viaje
¡Oh! Santísimo Cristo del “Buen Viaje” mi amparo, mi guía y mi consuelo en toda tribulación, a vos acudo para depositar en vuestro pecho, traspasado y abierto todas las penas que en el mio se encierran, apiadaos de mi, cristo adorado, vos sois mi unica esperanza en medio de las penas y angustias que me afligen el alma.
Espero Señor, que así como en vida vuestro corazón se conmovía ante el dolor, así ahora se apiadará de mí y me consolará compasivo, en mi aflicción.
Vos teneis los oídos abiertos para escuchar las voces de quien os invoca, los pies listos para acudir en ayuda de quien os implora, vuestros brazos abiertos para recibir a quien acuda a vos. Recibidme en vuestro pecho, Oh Cristo del “Buen Viaje”, para confiaros todas las penas que atormentan el mío.
Dejadme reposar como Juan en el Cenáculo, mi cabeza sobre vuestro corazón amoroso, para deciros en silencio la gracia que necesito de vos y la petición que os quiero hacer para mi mayor bien espiritual y temporal, suplicandoos, al mismo tiempo, inflameis mi corazón en vuestro santo amor a fin de que yo viva siempre en vos, en vos siempre me inspire y de ti nunca me aparte.
Amén
